martes, 6 de octubre de 2015

El crudo aliento del silencio.

Hacía mucho tiempo que no me daba el tiempo para escribir una opinión con respecto a una película, pero es que realmente no me había sentido tan motivado para llevarlo a cabo, honestamente llegué a considerar que el cine cruzaba por un gran vacío de contenidos o una especie de crisis basada en los certámenes de alfombras rojas y grandes outfits, que sólo buscan enaltecer los egos de los cineastas, dejando de lado que el cine no tiene necesidad de gloriarse con estatuillas de metal.

Hay películas que simplemente no logran articular un discurso coherente, que se pierden en un tratamiento formal sustancioso y que dejan de lado las grandes narraciones que se basan en la presentación honesta de una historia, comprendiendo las bases discursivas genéricas del sistema actual y buscando refrescarlas. En gran parte, gracias a esto es que se han dado muchos movimientos de ruptura en el arte. El cine hace un tiempo que no ha forjado un movimiento como tal, pero sí una generación de cineastas que buscan llevar a cabo una re-estipulación del cine, basado en la experimentación de los elementos clásicos de éste, con algunas variaciones bien pensadas, que permitan la elaboración de productos de gran calidad tanto discursiva como formal.

Apenas el día de ayer, tuve la oportunidad de ser testigo de The Tribe, ópera prima del cineasta ucraniano Miroslav Slaboshpitsky. Una obra que se agradece por ser una de esas poquísimas películas que se convierten en experiencias, que a base del valor, el conocimiento y la elegancia, desarrollan una cinta estrepitosa que simplemente no le permite al espectador escaparse de una realidad agresiva pero contrastada con un cuidadoso tratamiento lleno de elegancia.

The Tribe comienza con una interesante advertencia "The film is presented entirely in sign language, without any subtitles or translation of dialogue". Una advertencia que a simple vista se puede pensar bajo dos primeras teorías: Una película pretenciosa que busca por medio de una experimentación del lenguaje aprovecharse de su "frescura" o Una película que tiene que buscar por todos los medios audiovisuales solventar la falta de lenguaje de manera inteligente a lo largo de 126 minutos.
Por suerte la respuesta fue la segunda, logrando una maravillosa impresión en mi, y permitiendo que comprenda que existen temas que no necesitan una traducción ni una explicación verbal para entenderse y mucho menos para disfrutarse.

Como lo he mencionado previamente, la cinta es una ópera prima, por lo que ya tiene un nivel de riesgo impreso implícitamente. Pero también cabe mencionar que todos las personas que actúan en ella, realmente son actores sordomudos que no contaban con experiencia en la pantalla grande, pero que desarrollan una actuación fuerte y honesta que formula una estipulación de lenguaje a base de expresiones, comportamientos y manifestaciones corporales que no dan pauta a la condescendencia o la lastima, sino por el contrario, se crea un contraste que vincula al espectador pero arremete en todo momento contra él, y que re-plantea la apreciación de temas como la violencia, el amor, la venganza, la ira, las drogas y la desesperación, entre muchos otros.


Es más que evidente que gran parte de la fuerza de esta cinta también cae sobre la fotografía de Valentyn Vasyanovych quie desarrolla una formula que combina el dinamismo, la delicadeza, el control, conocimiento y la transgresión a partir de encuadres que te sitúan, pero que también te desorientan. Por medio de planos-secuencia nos hace flotar con elegancia por una realidad inclemente y desesperanzadora dejando entrever la carga de violencia necesaria para disfrutar/estremecer por lo que la falta de diálogos deja de lado.

Podría decir que la historia se basa en una sencillez que conecta con la universalidad de su discurso, en donde la violencia y la decadencia se vuelve entendible sin la necesidad de diálogos. Pero, considero que lo más valioso del ejercicio de Slaboshpitsky en The Tribe, es la constante incitación y provocación del espectador. Quien trata de comprender las situaciones que se desarrollan en pantalla, con una complementación activa, ayudado de cada uno de los elementos audiovisuales que se entrelazan sin dejar de lado los detalles que dan fuerza a cada acción, hasta llegar a un certero y aplastante final.

Mauricio O.